martes, 3 de marzo de 2009

Manifiesto

Sr. Rector, profesores, compañeros, comunidad educativa toda:
Nosotros los ingresantes masculinos, grupo de hombres heterogéneo nucleados en Escote (Estudiantes Simpáticos Convocados, Organizados, Trabajadores y Estudioso) nos plantamos hoy ante esta realidad que hay que modificar…
Porque no podemos permitir grupos de estudio donde solo haya hombres; donde la testosterona prevalece y se hace sentir en el aire.
Para acabar con la discriminación de género proponemos Escote como plan. Para agregar el toque femenino a los grupos masculinos proponemos Escote. Para sumar colores y texturas nuevas y revitalizantes formas de estudio, proponemos Escote.
Defendemos la integración de mujeres escotadas, es decir, afiliadas, asociadas o simpatizantes al Escote y sus ideales
E invitamos a todo hombre y mujer (mujer sobre todo) a que se escoten ¡Basta de grupos de hombres!
Porque con Escote se come, educa, se vive y en fin, se entretiene a las masas ya que es el fin de Escote.
¡E.S.C.O.T.E Y CACEROLA, LA LUCHA ES UNA SOLA!

Integrantes: Pablo Bravo, Marcos Frangella, Héctor Maciel, Delgado León, Santiago Cáceres, Ruiz Juan I.

La lectura: escena III

Mataría por un libro.

Siempre me dijo mi mamá que matar estaba mal, golpear y hacer todas esas cosas para descargar mis nervios, también estaban mal. Me castigaba tan solo con su mirada. Ella, como yo, también dudaba de mi capacidad de escribir, pero lo único que nadie logró robarme fue el amor por la lectura. Debo de reconocer, reconocerme , que nunca pude con la culpa de no hacer otra cosa, pero nadie logrará en su existencia borrarme de la mente esos momentos de rabia, en los que una niña rubia, pequeña, dejaba sus piernecitas correr en medio del llanto; para esconderse en la pieza a leer cuentos de terror o policiales. Eso nunca me lo enseñó la escuela, pero siímis papás, que incluso en épocas de crisis, tratándose de literatura, gastaban sus ahorros en libros para mí.

Qué feliz me sentía, sí Porque ante la imposibilidad de escribir, o de hacer realidad todo lo que estaba mal, me ponía a leer. Mi súper-yo, extremadamente moral y represor, me decía que matar estaba mal, que pegar estaba mal; como mi mamá, mientras la lectura me hizo sentir que satisfacía esos deseos escondidos.

Repito, que feliz me sentía al leer en alguien más, lo que yo nunca pude decir, y encima decorado con bellas palabras. Eso sigue siendo hoy, la mejor terapia…

Jésica López

lunes, 2 de marzo de 2009

algunas imágenes del T.T.