El tercer encuentro (La literatura) empezó a horario, como de costumbre (venimos bárbaro…). Gabriela presentó a la profesora que lleva adelante el curso por la tarde, Silvia Trillo, y a una profesora que forma parte de la Junta Departamental de Castellano, Elisa Salzmann, que nos acompañó durante la primera parte de la clase. Anunció también la visita de Silvia Seoane, directora del Departamento.
Luego, recordó brevemente los encuentros anteriores, la clase se puso a “tono” y comenzó el trabajo con la propuesta del día: tratar de definir qué es la literatura. Uuhmmmm, ¿se podrá? Ya lo veremos.
Leímos dos textos “Volamos”, de Antonio Di Benedetto y “Escándalos” de Juan Gelman.
En relación con “Volamos”, surgieron rápidamente comentarios:
Está soñando.
Las cosas no son lo que parecen.
Es como hablar por hablar, es escuchar por escuchar.
La duda que estaba afuera pasa a estar adentro. El que habla pasa a ser un objeto cuestionable.
Son dos personas que engañan a sus parejas e intentan hablar luego de tener relaciones sexuales.
(Llamativa esta lectura... A varias de las integrantes del equipo de este curso jamás se nos había ocurrido este posible sentido, que sí, en cambio, fue compartido por Elisa. Es maravillosa la polisemia de la literatura.)
Una de las profesoras retomó los comentarios para hablar de la creación de ficción, frente a la posible explicación racional, y preguntó: “¿Qué pasaría si lo que se estuviera definiendo en este texto fuera la literatura?
Alguien comentó que “en la lectura no hay una pauta para la imaginación”. Sobre eso, se propuso que los límites de sentido están en el propio texto. En los sentidos que plantea, podemos hacer nuestro propio camino.
“La literatura puede ser muchas cosas”, comentó otra voz.
Se planteó que la literatura es un campo difícil de conceptualizar y discutimos sobre sus límites. En ese punto intervino Elisa, trayendo al debate la relación entre texto y contexto (histórico, político, emocional, cultural), y la importancia de que el contexto no fije el texto, sino que sirva para enriquecer la propia lectura.
Leímos “Escándalos” y, a continuación, se transmitió la consigna individual de escritura creativa: escribir una definición de literatura utilizando los textos leídos, desarmándolos, extrayendo palabras de ellos.
Antes de salir al merecido descanso del recreo, escuchamos lo que algunos ingresantes escribieron. Como siempre, se desgranaron ideas muy interesantes y sugestivas:
Claudia Almada escribió un texto muy emotivo, del cual surgió: “Ramona y mi abuela no saben leer ni escribir, pero narran”.
Mario planteó la idea de lo que no se comenta en el relato, lo que se cuenta y lo que no se cuenta.
Sara propuso que nosotros podemos construir el relato que falta.
Juan habló de la predominancia del lector: “Si interpretamos, rellenamos espacios y ese es el objetivo”.
Joana escribió que “leer es volar soñando, puedes extender tus alas cuando gustes”.
Respecto de los fragmentos leídos por los compañeros, comentamos cómo surge la idea de que no solo importa el que escribe o relata, sino también el que lee o escucha. Se habló del “pacto” que se establece entre el autor, el lector y el texto.
Por último, docentes y ayudantes leímos “El posible Baldi” de Juan Carlos Onetti
Como cierre, las profesoras propusieron que la clase leyera el texto de Piglia (“Tesis sobre el cuento”), en forma individual o en grupo, antes de salir al
RECREO
Volvimos a clase. La profesora Eva y yo (Silvina Ch) pedimos a la clase que trataran de establecer relaciones entre el texto de Onetti y el de Piglia.
Belén propuso que en el relato de Onetti se trabajan dos historias (otro grupo propone, incluso, cuatro…), y que se pueden leer las dos en conjunto, o una por encima de la otra. Alguien mencionó una “forma” misteriosa del texto, algo que queda oculto, y se citó a Kafka.
León sugirió que la forma no solo sirve para ocultar, sino también para hacer desaparecer.
Yo propuse que el relato “encriptado” nos permite intervenir, crear y completar sentidos en el texto.
(¡Ojo!, no es una idea original en absoluto; Barthes lo dijo primero cuando propuso, hace ya tiempo, la idea del lector-escritor.)
Sara rescató la importancia de las competencias lectoras, mientras que León propuso que un cuento debería ser para todos.
(Yo acá me engancho otra vez y comento que un autor siempre configura un posible lector. Puede ser que su lector sean todos, pero no necesariamente…)
Edgardo no acordó totalmente con la propuesta de Piglia y planteó que las dos historias no eran siempre necesarias, aunque sí una estrategia posible.
Otra compañera propuso que un ejemplo clásico del juego con las dos historias eran las fábulas y las historias con moraleja.
En el debate, Baldi se multiplicó en muchas historias y las cuatro que se plantearon al principio ya no resultaron demasiadas: el verdadero Baldi, el Baldi literario, el Baldi que vuelve sobre el final, la historia de la mujer y su posible cómplice bigotudo.
El fajo de billetes en el bolsillo de Baldi también trajo “cola”:
Le iba a pagar a la mujer.
Era algo laboral.
Significa la búsqueda de la seguridad (por algo inventaba cosas que no eran).
Los billetes logran que uno vuelva al relato inicial.
No tengo todo eso que inventé, pero tengo plata.
Los asocia con la alegría. Se los termina dando a la mujer porque pierden valor, el pierde su alegría.
Una de las profesoras preguntó si creían que Baldi había perdido la alegría porque se había dado cuenta de que su vida real no era lo que esperaba (con palabras más directas, por supuesto, que no voy a reproducir aquí…). Y siguió: “¿Qué pasa al final?”.
Acá se armó un “bollo” y no llegamos a acuerdos pero sí a ideas enriquecedoras de la lectura.
Alguien comentó que la mujer le había mostrado otro destino, otro camino. Otro compañero planteó que Baldi tenía una necesidad interna de contar historias, y la mujer le daba esa posibilidad. Mientras, Edgardo y yo seguíamos debatiendo acerca de las dos historias de Piglia.
Finalmente, para cerrar, se planteó una posible lectura del final: Baldi elige seguir con la ficción, al menos frente a esa mujer.
Y nos quedamos todos pensando frente a esta pregunta: ¿qué pasa si uno hace de la ficción el motor de su vida?
Como tarea para la clase siguiente, se propuso: escribir un texto explicativo-expositivo de una página (si es más largo, ¡no se corrige!) en el que se desarrolle una lectura de “El posible Baldi”, fundamentando las ideas propuestas con fragmentos del propio cuento y del texto de Piglia.
(Aclaración final: Las ilustraciones fueron hechas especialmente para este blog y el dibujante, Daniel Zilberberg, no recibió influencias de ningún tipo. Fue libre de realizar su propia interpretación de los textos, como corresponde.)
Como regalo de fin de semana, apenas llegamos a leer "Ana Valerga", de Silvina Ocampo y nos despedimos con el firme propósito de retomarla en alguno de los encuentros posteriores.
Fin, nos vemos.