sábado, 14 de febrero de 2009

Encuentro 4: Los signos (t.t)


Comenzamos este cuarto encuentro con la lectura de “Las ciudades y los signos” en Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino. Inmediatamente luego, las profesoras y ayudantes repartimos diferentes objetos en los grupos. Estos objetos llevaban etiquetas un tanto desconcertantes: un reloj decía llamarse testigo, una piedra se etiquetaba madre, un pañuelo: otro, un libro: revólver y así con varios más.

Luego de que cada grupo observara los objetos y analizara esta extraña situación hicimos una puesta en común en la que analizamos qué pasaba entre esos objetos y esos nombres:

Para Beto “uno ya está acostumbrado y es raro, pero podría ser que una servilleta se llame jolgorio.”
Magalí agregó: “Es una servilleta de copetín, de ahí el jolgorio.”
En el grupo de Johanna lo primero que pensaron es que la lima tenía que decir lima porque el mismo objeto les traía la palabra.
Otra voz precisó que eso no era más que una percepción, que se dispara lo que generaciones y generaciones han dicho.
Jésica comentó que “la imagen nos produce la necesidad de nombrarla.”
El grupo de Laura trató de encontrar una asociación entre los objetos y sus nuevos nombres, pero no pudieron y notaron que esto era porque la unión entre esa palabra y ese objeto no estaban aceptados.
El grupo de Florencia, en cambio, sí pudo asociar:
espejo-deseo: porque me miro y quiero cambiar o no.
tijera-viaje: porque corta con la rutina.
libro-revólver: puede servir como un arma para defenderse.

Entre todos vimos cómo surgía la necesidad de asociar el objeto a la palabra porque ésta no nos remitía al significado real. En ese momento notamos lo arbitrario de cada palabra.

Laura relacionó todo esto con la lectura hecha al comienzo y señaló que la poesía se encarga de generar imágenes diferentes, de jugar con las palabras y los significados como hicimos en el ejercicio. Romina comentó que, justamente, se trata de desautomatizar la mirada.

A continuación leyeron en grupos “El signo lingüístico” de Ferdinand de Saussure y comenzamos a trabajar los conceptos de signo, significado y significante y sus diferentes características: lo arbitrario (inmotivado) del signo, el carácter lineal del significante, la mutabilidad e inmutabilidad del signo, la noción de valor (por ejemplo “mina” en diferentes contextos: mina de carbón, mina en el lunfardo), la diferencia entre lengua y habla.

¡¡Recreo!!




A la vuelta, el profesor Mangone se acercó al Curso de ingreso para charlar sobre la enseñanza de la lengua y la literatura, a continuación pueden leer el registro de la charla…

Encuentro 4: los signos

Invitado del día: Carlos Mangone


Tema de la charla: consideraciones históricas de la enseñanza de la lengua y la literatura


Cronograma de viaje:

Más allá de que puedan existir versiones distintas o nuevos encuadres sobre los problemas de la enseñanza, hay una serie de tendencias generales, predominantes, que son las que se abordarán.


1- la estructura y no el proceso

2- el significado y no el sentido

3- la antología y no lo excluido

4- el significado y no el contexto

5- la obra y no la institución


Las antologías suponen agrupación y como tales también exclusión y, por lo tanto, una paradoja: se enseña la “buena” literatura, pero ¿quién la define? ¿por qué una obra literaria es fallida? Ver y analizar lo malo ayuda a formar el gusto.


Se enseña más a partir del sujeto que produce la obra literaria que a partir del sujeto que la lee y de la institución que la impulsa.


Consejos de supervivencia y práctica docente (muy importantes para la travesía)


Se trata solamente de AGUANTAR (hasta agosto, claro). 

Lo que no me da la institución, lo busco. 

Todo lo que me resulta más difícil hay que profundizarlo.  


Viajando en el tiempo

En cuanto a las problemáticas del lenguaje es necesario hacer una revisión histórica a fin de comprender cómo los alumnos llegan a las aulas con una alfabetización “sui generis” o disfuncional. Estudiar el origen de estas problemáticas es el mejor medio de comprederlas.


Un recorrido histórico posible podría ser el siguiente: 

1- lenguaje artículado: debemos volver a los más tiernos orígenes de la historia, a la época de las cavernas, para comprender cómo la conciencia de una necesidad impulsó la creación de un sistema de signos que, al implicar un trabajo, interrumpe el ciclo de la naturaleza (tal como señala Umberto Eco). 

2- escritura: la aparición de la escritura generó reacciones aristocráticas: ¿quién va a escribir? Como proceso, la escritura es una forma más compleja que la oralidad ya que supone una capacidad de selección y traslación, no se trata sólo de una técnica mecánica, automática. 


3- imprenta: este invento se enmarca en la época del incipìente capitalismo y cobra mayor fuerza en los lugares en los que éste se encontraba mayormente desarrollado (norte de Europa, donde prevalecía el protestantismo). 

Con la masificación de los libros, aparece un nuevo conflicto: la lectura es ahora individual, por lo que el hecho de que las lecturas privadas generen también interpretaciones personales es un peligro del que la aristocracia quiere defenderse. Es esta fuga de sentido la que da  motivo para la creación de un organismo aglutinante capaz de formar lejos de estos desvíos a las mentes jóvenes de la época: la escuela. Nuevamente, aparece la fuerte tensión entre democratización y control.

4- lenguaje audiovisual: la aparición de los lenguajes audiovisuales fueron (y son) una forma de enriquecimiento de lenguajes en la medida en que ambos se conjuguen apropiadamente, pero con frecuencia, ese balance se quiebra y es entonces donde se pone todo el significado en la fuerza de imágenes que los individuos difícilmente pueden reproducir en palabras. Esto produce una tensión entre la imagen y la palabra. Ante esto, la escuela se encuentra con la falta de apoyo y hasta la difamación de los medios masivos, cuyo capital principal es la imagen, imagen que no puede cumplir su función en la medida en que los espectadores pasen su tiempo en la escuela...

5- Informatización: aparecen los procesadores de texto, el hipertexto, monografías.com... lo importante comienza a ser la capacidad de almacenamiento y la velocidad. Hay una abierta circulación de datos y de información de las que los individuos se apropian, pero ¿hay conocimiento? ¿qué función tiene que tener la escuela en función de todo este caudal de información reinante? Hay dos opciones principales: una escuela enciclopédica que se ocupe de los conocimientos a tratar y que los resuelva mecánicamente a partir de procedimientos de memorización (como el análisis sintáctico, que por otra parte es más fácil de evaluar), o una escuela erudita en la que lo que se transmita no sean datos sino conocimiento. Hay cuestiones metodológicas que se explican por cuestiones que la enseñanza no explica.

Encuentro 4: los signos

Las cosas por su nombre
Una vez que terminamos nuestra excursión por la historia de la lengua y su enseñanza a cargo del profesor Mangone, les presentamos una serie de objetos que no tienen el nombre que convencionalmente se les da.

El nombre de las cosas ¿es natural?Alguna de las conclusiones al respecto fueron:
El signo es arbitrario, no hay nada en el objeto que motive su nombre. Cambiar el nombre de las cosas supone saber de antemano el anterior para percibir el cambio, implica otra comunicación.
El cambio forzado obliga a ver distintas las cosas, poner en juego lo que denota y lo que connota cada uno de esos supuestos que proponen los nombres.
Todo está envuelto en signos.

Muchos también establecieron relaciones entre el objeto y el nombre que se les puso:
canario/ coca cola: hasta el canario sabe lo que es la coca cola
godzilla/ lambada: la imposibilidad del baile, porque le falta una godzilla
yerba/ nintendo: viciosNi siquiera las onomatopeyas se salvan de ser arbitrarias (acá los perros ladran diciendo “guau” y allá es “barf”, como señala un compañero). También salen a relucir las connotaciones que no sólo traen las palabras sino también los sonidos.

A continuación leemos tres relatos de “Las ciudades invisibles” de Ítalo Calvino. En todos hay una idea simbólica de las ciudades: en Tamara todo significa otra cosa, en Ipazia la lengua hace referencia a objetos completamente diferentes de los que se supone debería, en Olivia las palabras tienen connotaciones diametralmente opuestas a las supuestas.

Las profesoras presentan el libro Mitologías, de Barthes. El texto que leemos propone una lectura desnaturalizada de una costumbre tan institucionalizada como la de los juguetes. Por un lado, está el niño usuario que es un pequeño hombre, un pequeño consumidor. Los juguetes tienen en él una función adiestradora. Por el otro ,están los jueguetes de madera por oposición a los de plástico. En definitiva se contrastan las virtudes creativas de los juguetes artesanales frente a las adiestradoras y estáticas de los de plástico.

jueves, 12 de febrero de 2009

¿Qué es la literatura?

Tachar lo que no corresponda


La literatura es un lugar/un tiempo/un saber/un punto de vista/un pacto.

Es inútil/ ancestral/novedosa/ maravillosa/escandalosa,

de color amarillo/azul/verde/rojo/rosa,

con olor a tomillo/ pólvora/papel/almohada/caño de escape,

áspera/fruncida/caliente que pela/esponjosa/filosa al tacto y

se la escribe/lee/cuenta/escucha/vive.

Fue creada por autores vetustos/un aerosol/el ama de casa ávida de aventuras/un chico de cinco años/ todos.

Está en bibliotecas/computadoras/mesitas de luz/salas de espera/pizarrones.

Provoca deseos de vivir/angustia/rabia/risa/llanto,

e invita a dialogar/callar/militar/contemplar/amar.

Permite ser gato-perro/ casarse con un príncipe/ matar por amor/ asaltar un galeón y

posee un poder hipnótico/ revelador/movilizador/ paralizador/salvador.

Cuesta horas de sueño/dedicación/adicción/todo el oro del mundo/ “a la gorra”

pero reditúa algo de dinero/ preguntas/bagatelas/viajes/libertades.

Ana Caniggia

miércoles, 11 de febrero de 2009

Encuentro 3: La literatura (turno tarde)




El encuentro comenzó con dos breves textos: Silvia leyó “La función del lector” de Galeano y “La palabra que sana” de Alejandra Pizarnik para comenzar a pensar en las palabras y en la relación de la literatura y el autor/lector.

La palabra que sana - Pizarnik
Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje; alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.


La función del lector / 1

Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba sus libros preferidos.
Mucho caminó Lucía después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquía, y en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas.

Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia.

Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto lo ha crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos




Luego, Laura y Silvina propusieron algunas preguntas para debatir sobre qué es la literatura a partir de lo que pensaban los participantes del encuentro, de lo que sabían, de lo que les había suscitado la lectura de los textos anteriores también.
Magali comenzó: “la literatura es un escape y una compañía, es lo que no se quiere ver de la realidad”. Una compañera habló de la creación de mundos, de mundos posibles. Se escucharon por allí otras definiciones: “la literatura es el empleo estético de las palabras”, “es el arte de expresarse”, “permite otras perspectivas”. Para Alberto, “la literatura es un deshogo” y piensa en la escritura también.
Aquí se generó un debate acerca de la lectura y la escritura: algunos opinaban que la lectura tenía que ver con el punto de vista de otros y la escritura era más personal; otros decían que uno se apropia de lo que otro escribe.
Parece que la escritura y la lectura van de la mano: “alguien escribe para que otro lea”. “no puedo leer lo que no está escrito”.
Sin embargo, alguien opinó que “se pueden leer otros códigos, pero esto es interpretar”.
Jésica definió a la literatura como “una forma de conocimiento, por ejemplo de lugares y de tiempos”.
Luego se puso en tela de juicio la brecha entre realidad y ficción, ¿hay algo en el medio?
Johana opinó que sí: “el ensueño está en el medio”, “el sueño se parece a la literatura”, “dormido o despierto”.
Ayelén dijo que “cuando contás algo, un acotecimiento y agregás detalles creás un mundo”.
“Los viajes también”, propusieron.
“Sin realidad no hay literatura y sin literatura hay realidad”, mencionó alguien. Aunque otros opinaron que la literatura y la realidad son complementarias.
Otras voces: “la literatura es un modo de entender la realidad, hace real lo imposible”, “la realidad es literatura”, “no todo lo escrito como ficción es literatura, depende del punto de vista del lector”. Pusieron el ejemplo de El club de la pelea: “el autor parte de una anécdota personal y la recrea”.
Luego, Silvia lee “Borges y yo” de Borges.
Con ese mundo creado, con todas esas ideas debatidas, se propuso trabajar con el texto de Piglia sobre la tesis del cuento en relación con el cuento de Onetti, “El posible Baldi”.
Empezó la charla sobre el cuento: “Baldi contaba con un propósito malévolo para sacársela de encima”. Johana opinó que “Baldi era en exceso tímido y que para salir de la rutina inventa la historia, la excusa era sacársela de encima, vio la posibilidad de ser otro”. Magali señaló que la mujer fue el disparador. Dijeron que “tampoco la quería decepcionar”. Victoria: “el encuentro se da a la noche, tiempo de cambio, cambiar lo que es por lo que quiere ser”.
Se habló de algunos detalles, como los billetes y la empalizada.
Ayelén agregó que “la historia principal es el deseo de liberarse”. Magali: “él tenía tedio de su vida, la historia 2 es que él no era lo que quería ser”.
También apareció la opinión de que la mujer también crea la historia de Baldi, al escuchar sus historias.
Se puso en discusión qué impresión producía Baldi en el lector: “es un esclavo de la sociedad”. Magali dijo: “lo veo como un amigo, a todos nos pasa de querer salir de la rutina”. Una compañera agrega: “pero en el inconsciente hay que ser medio retorcido para inventar esa historia”.
A continuación se leyó “Ana Valerga” y se propuso elaborar un texto de análisis de ese cuento a partir de lo trabajado en el encuentro, que ponga en relación el texto literario con el texto teórico de Piglia, para luego intercambiarlo con un compañero y que este haga una devolución.
Ante el desconcierto y el debate que propició la lectura de este cuento, hablamos los últimos minutos del encuentro sobre él.




imágenes: Iman Maleki

martes, 10 de febrero de 2009

¿Para qué sirve la poesía?

ESCÁNDALOS
Paul Valéry preguntó un día de angustia a Stéphane Mallarmé: “¿Para qué sirve la poesía?” Mallarmé, que había dirigido años atrás Derniêre Mode -revista en la que publicaba sus poemas entre dos modelos de vestidos y que tuvo una vida tan fugaz como la materia que trataba: apenas ocho números-, sacó de un cajón de su escritorio un papel que amarilleaba y contestó: “Para esto”. Era la carta de una modista del Mediodía francés que compraba la revista por oficio y de paso leía los insondables sonetos de Mallarmé; uno de ellos -decía- la había salvado del suicidio.
¿Y el lector de poesía, qué? ¿Ese que Baudelaire calificó de hipócrita y de semejante y hermano? ¿No es acaso el mudo y único defensor de la poesía? Brenda Rodríguez, 19 años de edad, está presa en el Reclusorio Norte de México, D.F. junto a otras muchachas humildes con tercer año de primaria promedio acusadas de pertenecer al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Reproduzco párrafos de una carta de un diputado del PRD: “Junto con un grupo de compañeros hemos estado visitando y atendiendo las necesidades más elementales y apremiantes de los detenidos acusados de terrorismo, asociación delictuosa, acopio de armas y quién sabe cuántas cosas más. Los detenidos no han pedido nada, a pesar de no tener zapatos, ni suéteres, ni cobijas, ni jabón... Sin embargo, después de tres visitas, Brenda (Rodríguez) por fin nos pidió algo: “Poesía, ¿me podrían traer algo de poesía?”. Según declaraciones de Brenda al mismo diario “(las fuerzas de seguridad) nos sacaron como un perro muerto, nos arrastraron en la tierra, nos golpearon muy fuerte, nos quitaron todo lo que traíamos, reloj, aretes, anillos y zapatos. Me manosearon todo el cuerpo y después, cuando ya nos tenían, seguían disparando. Fue horrible”. Y luego Brenda no pidió zapatos, ni jabón: pidió poesía. Verdaderamente escandaloso.
Quién sabe si hay mejor defensa de la poesía que esa. Pero la poesía se defiende sola. Transcurre como un río que nada puede interrumpir desde el fondo de los siglos. Como este poema de un griego anónimo de hace más de dos mil años: “Te envío un perfume suavísimo / y le hago un regalo al perfume. / No a ti, / que lo puedes perfumar”. Pareciera que lo único que une a través de la historia es la belleza.
En este mundo cada vez más dividido, atomizado y gris, mercantil y consumista, la belleza es un escándalo. La poesía es un escándalo.

Juan Gelman. Página/12. 23 de febrero de 1995. Texto completo aquí.




Encuentro 3: La Literatura (Turno noche)

El tercer encuentro (La literatura) empezó a horario, como de costumbre (venimos bárbaro…). Gabriela presentó a la profesora que lleva adelante el curso por la tarde, Silvia Trillo, y a una profesora que forma parte de la Junta Departamental de Castellano, Elisa Salzmann, que nos acompañó durante la primera parte de la clase. Anunció también la visita de Silvia Seoane, directora del Departamento.
Luego, recordó brevemente los encuentros anteriores, la clase se puso a “tono” y comenzó el trabajo con la propuesta del día: tratar de definir qué es la literatura. Uuhmmmm, ¿se podrá? Ya lo veremos.
Leímos dos textos “Volamos”, de Antonio Di Benedetto y “Escándalos” de Juan Gelman.
En relación con “Volamos”, surgieron rápidamente comentarios:
Está soñando.
Las cosas no son lo que parecen.
Es como hablar por hablar, es escuchar por escuchar.
La duda que estaba afuera pasa a estar adentro. El que habla pasa a ser un objeto cuestionable.
Son dos personas que engañan a sus parejas e intentan hablar luego de tener relaciones sexuales.
(Llamativa esta lectura... A varias de las integrantes del equipo de este curso jamás se nos había ocurrido este posible sentido, que sí, en cambio, fue compartido por Elisa. Es maravillosa la polisemia de la literatura.)



Una de las profesoras retomó los comentarios para hablar de la creación de ficción, frente a la posible explicación racional, y preguntó: “¿Qué pasaría si lo que se estuviera definiendo en este texto fuera la literatura?
Alguien comentó que “en la lectura no hay una pauta para la imaginación”. Sobre eso, se propuso que los límites de sentido están en el propio texto. En los sentidos que plantea, podemos hacer nuestro propio camino.
“La literatura puede ser muchas cosas”, comentó otra voz.
Se planteó que la literatura es un campo difícil de conceptualizar y discutimos sobre sus límites. En ese punto intervino Elisa, trayendo al debate la relación entre texto y contexto (histórico, político, emocional, cultural), y la importancia de que el contexto no fije el texto, sino que sirva para enriquecer la propia lectura.
Leímos “Escándalos” y, a continuación, se transmitió la consigna individual de escritura creativa: escribir una definición de literatura utilizando los textos leídos, desarmándolos, extrayendo palabras de ellos.
Antes de salir al merecido descanso del recreo, escuchamos lo que algunos ingresantes escribieron. Como siempre, se desgranaron ideas muy interesantes y sugestivas:
Claudia Almada escribió un texto muy emotivo, del cual surgió: “Ramona y mi abuela no saben leer ni escribir, pero narran”.
Mario planteó la idea de lo que no se comenta en el relato, lo que se cuenta y lo que no se cuenta.
Sara propuso que nosotros podemos construir el relato que falta.
Juan habló de la predominancia del lector: “Si interpretamos, rellenamos espacios y ese es el objetivo”.
Joana escribió que “leer es volar soñando, puedes extender tus alas cuando gustes”.
Respecto de los fragmentos leídos por los compañeros, comentamos cómo surge la idea de que no solo importa el que escribe o relata, sino también el que lee o escucha. Se habló del “pacto” que se establece entre el autor, el lector y el texto.
Por último, docentes y ayudantes leímos “El posible Baldi” de Juan Carlos Onetti
Como cierre, las profesoras propusieron que la clase leyera el texto de Piglia (“Tesis sobre el cuento”), en forma individual o en grupo, antes de salir al

RECREO

Volvimos a clase. La profesora Eva y yo (Silvina Ch) pedimos a la clase que trataran de establecer relaciones entre el texto de Onetti y el de Piglia.
Belén propuso que en el relato de Onetti se trabajan dos historias (otro grupo propone, incluso, cuatro…), y que se pueden leer las dos en conjunto, o una por encima de la otra. Alguien mencionó una “forma” misteriosa del texto, algo que queda oculto, y se citó a Kafka.
León sugirió que la forma no solo sirve para ocultar, sino también para hacer desaparecer.

Yo propuse que el relato “encriptado” nos permite intervenir, crear y completar sentidos en el texto.
(¡Ojo!, no es una idea original en absoluto; Barthes lo dijo primero cuando propuso, hace ya tiempo, la idea del lector-escritor.)

Sara rescató la importancia de las competencias lectoras, mientras que León propuso que un cuento debería ser para todos.
(Yo acá me engancho otra vez y comento que un autor siempre configura un posible lector. Puede ser que su lector sean todos, pero no necesariamente…)

Edgardo no acordó totalmente con la propuesta de Piglia y planteó que las dos historias no eran siempre necesarias, aunque sí una estrategia posible.
Otra compañera propuso que un ejemplo clásico del juego con las dos historias eran las fábulas y las historias con moraleja.


En el debate, Baldi se multiplicó en muchas historias y las cuatro que se plantearon al principio ya no resultaron demasiadas: el verdadero Baldi, el Baldi literario, el Baldi que vuelve sobre el final, la historia de la mujer y su posible cómplice bigotudo.

El fajo de billetes en el bolsillo de Baldi también trajo “cola”:
Le iba a pagar a la mujer.
Era algo laboral.
Significa la búsqueda de la seguridad (por algo inventaba cosas que no eran).
Los billetes logran que uno vuelva al relato inicial.
No tengo todo eso que inventé, pero tengo plata.
Los asocia con la alegría. Se los termina dando a la mujer porque pierden valor, el pierde su alegría.

Una de las profesoras preguntó si creían que Baldi había perdido la alegría porque se había dado cuenta de que su vida real no era lo que esperaba (con palabras más directas, por supuesto, que no voy a reproducir aquí…). Y siguió: “¿Qué pasa al final?”.
Acá se armó un “bollo” y no llegamos a acuerdos pero sí a ideas enriquecedoras de la lectura.
Alguien comentó que la mujer le había mostrado otro destino, otro camino. Otro compañero planteó que Baldi tenía una necesidad interna de contar historias, y la mujer le daba esa posibilidad. Mientras, Edgardo y yo seguíamos debatiendo acerca de las dos historias de Piglia.
Finalmente, para cerrar, se planteó una posible lectura del final: Baldi elige seguir con la ficción, al menos frente a esa mujer.
Y nos quedamos todos pensando frente a esta pregunta: ¿qué pasa si uno hace de la ficción el motor de su vida?
Como tarea para la clase siguiente, se propuso: escribir un texto explicativo-expositivo de una página (si es más largo, ¡no se corrige!) en el que se desarrolle una lectura de “El posible Baldi”, fundamentando las ideas propuestas con fragmentos del propio cuento y del texto de Piglia.




(Aclaración final: Las ilustraciones fueron hechas especialmente para este blog y el dibujante, Daniel Zilberberg, no recibió influencias de ningún tipo. Fue libre de realizar su propia interpretación de los textos, como corresponde.)

Como regalo de fin de semana, apenas llegamos a leer "Ana Valerga", de Silvina Ocampo y nos despedimos con el firme propósito de retomarla en alguno de los encuentros posteriores.
Fin, nos vemos.