El encuentro comenzó con dos breves textos: Silvia leyó “La función del lector” de Galeano y “La palabra que sana” de Alejandra Pizarnik para comenzar a pensar en las palabras y en la relación de la literatura y el autor/lector.
La palabra que sana - Pizarnik
Esperando que un mundo sea desenterrado por el lenguaje; alguien canta el lugar en que se forma el silencio. Luego comprobará que no porque se muestre furioso existe el mar, ni tampoco el mundo. Por eso cada palabra dice lo que dice y además más y otra cosa.
La función del lector / 1
Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba sus libros preferidos.
Mucho caminó Lucía después, mientras pasaban los años. En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquía, y en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas.
Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia.
Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto lo ha crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo.
Eduardo Galeano. El libro de los abrazos
Luego, Laura y Silvina propusieron algunas preguntas para debatir sobre qué es la literatura a partir de lo que pensaban los participantes del encuentro, de lo que sabían, de lo que les había suscitado la lectura de los textos anteriores también.
Magali comenzó: “la literatura es un escape y una compañía, es lo que no se quiere ver de la realidad”. Una compañera habló de la creación de mundos, de mundos posibles. Se escucharon por allí otras definiciones: “la literatura es el empleo estético de las palabras”, “es el arte de expresarse”, “permite otras perspectivas”. Para Alberto, “la literatura es un deshogo” y piensa en la escritura también.
Aquí se generó un debate acerca de la lectura y la escritura: algunos opinaban que la lectura tenía que ver con el punto de vista de otros y la escritura era más personal; otros decían que uno se apropia de lo que otro escribe.
Parece que la escritura y la lectura van de la mano: “alguien escribe para que otro lea”. “no puedo leer lo que no está escrito”.
Sin embargo, alguien opinó que “se pueden leer otros códigos, pero esto es interpretar”.
Jésica definió a la literatura como “una forma de conocimiento, por ejemplo de lugares y de tiempos”.
Luego se puso en tela de juicio la brecha entre realidad y ficción, ¿hay algo en el medio?
Johana opinó que sí: “el ensueño está en el medio”, “el sueño se parece a la literatura”, “dormido o despierto”.
Ayelén dijo que “cuando contás algo, un acotecimiento y agregás detalles creás un mundo”.
“Los viajes también”, propusieron.
“Sin realidad no hay literatura y sin literatura hay realidad”, mencionó alguien. Aunque otros opinaron que la literatura y la realidad son complementarias.
Otras voces: “la literatura es un modo de entender la realidad, hace real lo imposible”, “la realidad es literatura”, “no todo lo escrito como ficción es literatura, depende del punto de vista del lector”. Pusieron el ejemplo de El club de la pelea: “el autor parte de una anécdota personal y la recrea”.
Luego, Silvia lee “Borges y yo” de Borges.
Con ese mundo creado, con todas esas ideas debatidas, se propuso trabajar con el texto de Piglia sobre la tesis del cuento en relación con el cuento de Onetti, “El posible Baldi”.
Empezó la charla sobre el cuento: “Baldi contaba con un propósito malévolo para sacársela de encima”. Johana opinó que “Baldi era en exceso tímido y que para salir de la rutina inventa la historia, la excusa era sacársela de encima, vio la posibilidad de ser otro”. Magali señaló que la mujer fue el disparador. Dijeron que “tampoco la quería decepcionar”. Victoria: “el encuentro se da a la noche, tiempo de cambio, cambiar lo que es por lo que quiere ser”.
Se habló de algunos detalles, como los billetes y la empalizada.
Ayelén agregó que “la historia principal es el deseo de liberarse”. Magali: “él tenía tedio de su vida, la historia 2 es que él no era lo que quería ser”.
También apareció la opinión de que la mujer también crea la historia de Baldi, al escuchar sus historias.
Se puso en discusión qué impresión producía Baldi en el lector: “es un esclavo de la sociedad”. Magali dijo: “lo veo como un amigo, a todos nos pasa de querer salir de la rutina”. Una compañera agrega: “pero en el inconsciente hay que ser medio retorcido para inventar esa historia”.
A continuación se leyó “Ana Valerga” y se propuso elaborar un texto de análisis de ese cuento a partir de lo trabajado en el encuentro, que ponga en relación el texto literario con el texto teórico de Piglia, para luego intercambiarlo con un compañero y que este haga una devolución.
Ante el desconcierto y el debate que propició la lectura de este cuento, hablamos los últimos minutos del encuentro sobre él.
imágenes: Iman Maleki
miércoles, 11 de febrero de 2009
Encuentro 3: La literatura (turno tarde)
Publicado por Lluvia de sibilantes en 14:02
Etiquetas: Encuentro 3: la literatura, Galeano, Pizarnik, turno tarde
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