martes, 10 de febrero de 2009

¿Para qué sirve la poesía?

ESCÁNDALOS
Paul Valéry preguntó un día de angustia a Stéphane Mallarmé: “¿Para qué sirve la poesía?” Mallarmé, que había dirigido años atrás Derniêre Mode -revista en la que publicaba sus poemas entre dos modelos de vestidos y que tuvo una vida tan fugaz como la materia que trataba: apenas ocho números-, sacó de un cajón de su escritorio un papel que amarilleaba y contestó: “Para esto”. Era la carta de una modista del Mediodía francés que compraba la revista por oficio y de paso leía los insondables sonetos de Mallarmé; uno de ellos -decía- la había salvado del suicidio.
¿Y el lector de poesía, qué? ¿Ese que Baudelaire calificó de hipócrita y de semejante y hermano? ¿No es acaso el mudo y único defensor de la poesía? Brenda Rodríguez, 19 años de edad, está presa en el Reclusorio Norte de México, D.F. junto a otras muchachas humildes con tercer año de primaria promedio acusadas de pertenecer al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Reproduzco párrafos de una carta de un diputado del PRD: “Junto con un grupo de compañeros hemos estado visitando y atendiendo las necesidades más elementales y apremiantes de los detenidos acusados de terrorismo, asociación delictuosa, acopio de armas y quién sabe cuántas cosas más. Los detenidos no han pedido nada, a pesar de no tener zapatos, ni suéteres, ni cobijas, ni jabón... Sin embargo, después de tres visitas, Brenda (Rodríguez) por fin nos pidió algo: “Poesía, ¿me podrían traer algo de poesía?”. Según declaraciones de Brenda al mismo diario “(las fuerzas de seguridad) nos sacaron como un perro muerto, nos arrastraron en la tierra, nos golpearon muy fuerte, nos quitaron todo lo que traíamos, reloj, aretes, anillos y zapatos. Me manosearon todo el cuerpo y después, cuando ya nos tenían, seguían disparando. Fue horrible”. Y luego Brenda no pidió zapatos, ni jabón: pidió poesía. Verdaderamente escandaloso.
Quién sabe si hay mejor defensa de la poesía que esa. Pero la poesía se defiende sola. Transcurre como un río que nada puede interrumpir desde el fondo de los siglos. Como este poema de un griego anónimo de hace más de dos mil años: “Te envío un perfume suavísimo / y le hago un regalo al perfume. / No a ti, / que lo puedes perfumar”. Pareciera que lo único que une a través de la historia es la belleza.
En este mundo cada vez más dividido, atomizado y gris, mercantil y consumista, la belleza es un escándalo. La poesía es un escándalo.

Juan Gelman. Página/12. 23 de febrero de 1995. Texto completo aquí.




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