Comenzamos este cuarto encuentro con la lectura de “Las ciudades y los signos” en Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino. Inmediatamente luego, las profesoras y ayudantes repartimos diferentes objetos en los grupos. Estos objetos llevaban etiquetas un tanto desconcertantes: un reloj decía llamarse testigo, una piedra se etiquetaba madre, un pañuelo: otro, un libro: revólver y así con varios más.
Luego de que cada grupo observara los objetos y analizara esta extraña situación hicimos una puesta en común en la que analizamos qué pasaba entre esos objetos y esos nombres:
Para Beto “uno ya está acostumbrado y es raro, pero podría ser que una servilleta se llame jolgorio.”
Magalí agregó: “Es una servilleta de copetín, de ahí el jolgorio.”
En el grupo de Johanna lo primero que pensaron es que la lima tenía que decir lima porque el mismo objeto les traía la palabra.
Otra voz precisó que eso no era más que una percepción, que se dispara lo que generaciones y generaciones han dicho.
Jésica comentó que “la imagen nos produce la necesidad de nombrarla.”
El grupo de Laura trató de encontrar una asociación entre los objetos y sus nuevos nombres, pero no pudieron y notaron que esto era porque la unión entre esa palabra y ese objeto no estaban aceptados.
El grupo de Florencia, en cambio, sí pudo asociar:
espejo-deseo: porque me miro y quiero cambiar o no.
tijera-viaje: porque corta con la rutina.
libro-revólver: puede servir como un arma para defenderse.
Entre todos vimos cómo surgía la necesidad de asociar el objeto a la palabra porque ésta no nos remitía al significado real. En ese momento notamos lo arbitrario de cada palabra.
Laura relacionó todo esto con la lectura hecha al comienzo y señaló que la poesía se encarga de generar imágenes diferentes, de jugar con las palabras y los significados como hicimos en el ejercicio. Romina comentó que, justamente, se trata de desautomatizar la mirada.
A continuación leyeron en grupos “El signo lingüístico” de Ferdinand de Saussure y comenzamos a trabajar los conceptos de signo, significado y significante y sus diferentes características: lo arbitrario (inmotivado) del signo, el carácter lineal del significante, la mutabilidad e inmutabilidad del signo, la noción de valor (por ejemplo “mina” en diferentes contextos: mina de carbón, mina en el lunfardo), la diferencia entre lengua y habla.
¡¡Recreo!!
Luego de que cada grupo observara los objetos y analizara esta extraña situación hicimos una puesta en común en la que analizamos qué pasaba entre esos objetos y esos nombres:
Para Beto “uno ya está acostumbrado y es raro, pero podría ser que una servilleta se llame jolgorio.”
Magalí agregó: “Es una servilleta de copetín, de ahí el jolgorio.”
En el grupo de Johanna lo primero que pensaron es que la lima tenía que decir lima porque el mismo objeto les traía la palabra.
Otra voz precisó que eso no era más que una percepción, que se dispara lo que generaciones y generaciones han dicho.
Jésica comentó que “la imagen nos produce la necesidad de nombrarla.”
El grupo de Laura trató de encontrar una asociación entre los objetos y sus nuevos nombres, pero no pudieron y notaron que esto era porque la unión entre esa palabra y ese objeto no estaban aceptados.
El grupo de Florencia, en cambio, sí pudo asociar:
espejo-deseo: porque me miro y quiero cambiar o no.
tijera-viaje: porque corta con la rutina.
libro-revólver: puede servir como un arma para defenderse.
Entre todos vimos cómo surgía la necesidad de asociar el objeto a la palabra porque ésta no nos remitía al significado real. En ese momento notamos lo arbitrario de cada palabra.
Laura relacionó todo esto con la lectura hecha al comienzo y señaló que la poesía se encarga de generar imágenes diferentes, de jugar con las palabras y los significados como hicimos en el ejercicio. Romina comentó que, justamente, se trata de desautomatizar la mirada.
A continuación leyeron en grupos “El signo lingüístico” de Ferdinand de Saussure y comenzamos a trabajar los conceptos de signo, significado y significante y sus diferentes características: lo arbitrario (inmotivado) del signo, el carácter lineal del significante, la mutabilidad e inmutabilidad del signo, la noción de valor (por ejemplo “mina” en diferentes contextos: mina de carbón, mina en el lunfardo), la diferencia entre lengua y habla.
¡¡Recreo!!
A la vuelta, el profesor Mangone se acercó al Curso de ingreso para charlar sobre la enseñanza de la lengua y la literatura, a continuación pueden leer el registro de la charla…
2 comentarios:
A propósito de lo que las palabras dicen o dejan de decir, de lo que muestran y de lo que ocultan, copio aquí un párrafo de ese grande, enorme escritor que es José Saramago, de su última novela publicada, "El viaje del elefante" (aclaro que respeto su puntuación y su ortografía): "Reconózcase, ahora, que un cierto tono irónico y displicente introducido en estas páginas cada vez que de austria y de sus naturales tuvimos que hablar fue no sólo agresivo, sino claramente injusto. No es que fuera ésa nuestra intención, pero ya sabemos que, en estas cosas de la escritura, no es infrecuente que una palabra tire de otra sólo por lo bien que suenan juntas, sacrificando así muchas veces el respeto por la liviandad, la ética por la estética, si caben en un discurso como éste tan solemnes conceptos, y para colmo sin provecho para nadie. Por esas cosas y por otras es por lo que, casi sin darnos cuenta, vamos haciendo tantos enemigos en la vida." Laura Aliaga
¡Gracias por tu aporte Laura!
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